Columna Carolina Menichetti – Diario La Tercera, Pulso
A inicios del año 2000 la carrera que debían seguir los abogados de derecho corporativo en los estudios tradicionales estaba definida: luego de la universidad y transcurrido un par de años de experiencia laboral debían optar por cursar un Master en Derecho (‘LLM’), idealmente en el extranjero, para profundizar contenidos, afianzar redes de contacto y desarrollar una especialidad.
Quienes no optaban por
seguir la vía ‘tradicional’ y escogían hacer un MBA u otro magister en
negocios, administración o finanzas eran muchas veces tildados de ‘abogados que
quieren abandonar los códigos’, o ‘que no tienen clara su vocación’ o
simplemente ‘que se quieren dedicar a los negocios’, con un claro sesgo
negativo.
20 años después, la profesión de abogado corporativo ha cambiado radicalmente.
Particularmente lo que el cliente espera de éste. La incorporación de la
tecnología, el acceso al conocimiento legal y la mayor complejidad de los
negocios ha llevado a que para un abogado ser ‘experto en derecho’ ya no sea
suficiente, no alcanza.
Ya no basta con identificar riesgos, y decir qué se puede o no hacer desde un
punto de vista legal. El mundo de los negocios se ha vuelto cada vez más
complejo y requiere soluciones integrales. El cliente necesita abogados que
hablen en su mismo lenguaje, entiendan su negocio en profundidad y le aporten
valor con soluciones prácticas y eficientes que vayan más allá de lo legal.
Un abogado de negocios hoy en día debe manejar conceptos que no se entregan en pregrado (aunque algunas universidades han comenzado a introducir cursos contabilidad y finanzas para abogados). Valor justo de mercado, Dividend Yield, IFRS, PPA, Cash on cash y otros términos similares son habitualmente escuchados en sesiones de directorio o reuniones de negocios. Sin embargo, para muchos abogados son términos crípticos que no escucharon en la universidad y que hoy son básicos para una asesoría legal en negocios de alta sofisticación.
La línea entre la asesoría legal y de negocios se ha vuelto cada vez más difusa, lo que nos obliga a evolucionar de la mano de la nueva economía en que se desarrollan los clientes, con una visión que parte desde la formación legal, pero que se enfoque en lo comercial y financiero. A futuro esta tendencia se agudizará, y los clientes esperan y requieren que los abogados estemos a la altura de sus necesidades.
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